Si empezar a escribir un libro es complicado, terminarlo es
mucho más. Por lo menos así me lo parece a mí. Hace ya unas semanas que terminé
el primer borrador de mi libro y no podía estar más orgulloso. Qué poco sabía
yo que ese punto final era solo el principio.
Dejé pasar unas semanas entre la finalización del primer
borrador y el inicio del proceso de edición. Creo que es mejor hacerlo de esa
manera ya que así puedo retomar el manuscrito con mente abierta y releer la
historia como si fuera un nuevo lector.
Ahora estoy comenzando la primera vuelta de la revisión,
asegurándome de que no hay ningún nudo suelto en la historia y corrigiendo las
erratas que pudiera haber y la verdad es que es más complejo de lo que me
imaginaba. Durante la escritura del primer borrador me preocupaba principalmente
de contar la historia que quería, pero ahora tengo que pensarme cada párrafo y
cada frase, ya que es posible que sea el producto final que va a leer el
lector.
No me malinterpreten, realmente estoy disfrutando del
proceso pero es cierto de que requiere mucha concentración y autocrítica.
¿Tiene sentido este giro? ¿Se entienden bien las motivaciones de este
personaje? ¿Es necesario este fragmento para presentar a tal o cuál personaje?
Una vez termine le pasaré el manuscrito a una amiga mía,
blogger empedernida y especialista en libros para que le dé un nuevo repaso a
la historia y al manuscrito. Tras esto comenzaré el duro proceso de autopublicación,
pero esa es otra historia que ya la trataré más adelante.
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