Hacía tiempo que le seguía la pista, pero nunca encontraba
el momento ni la oportunidad de tener en mis manos una de las sagas más
comentadas de la última década: Nacidos de la Bruma, de Brandon Sanderson. Por
fin he podido hacerme con el primer libro de la trilogía principal y he de
decir que me ha encantado. ¿Quieres saber por qué?
A Brandon Sanderson ya se le apoda como el nuevo Tolkien o
el nuevo Martin, cosa que me revienta. Las comparaciones son odiosas y, si bien
Tolkien y Martin son dos grandes maestros del género, uno espera que se le
reconozcan por la originalidad de su trabajo, no por ser el nuevo "lo-que-sea".
Pero en fin, el marketing es lo que tiene, centrémonos en lo que interesa.
El Imperio Final, la primera novela de la saga, nos sitúa en
la ciudad de Luthadel, capital del Imperio Final. Este Imperio lleva gobernando
durante miles de años sin casi oposición mediante un sistema de clases, en el
que podemos encontrar nobles y skaas. Los skaas son una suerte de proletariado
oprimido que queda sometido a los trabajos que les encargan los nobles. Por
encima de ambas clases se encuentra el Lord Legislador, un autoproclamado dios
inmortal que gobierna con mano de hierro gracias a sus ministerios, formados
por obligadores (un cruce entre notarios y agentes de policía con poderes
especiales) e inquisidores. La de los inquisidores es una figura que me atrae
de manera morbosa. Son alománticos (más sobre esta palabra en unas líneas más abajo) de
fuerza sobrehumana y con clavos enormes que les atraviesan los ojos y cuyas
puntas asoman por detrás de su cabeza. Vamos, unos personajes más propios de
Silent Hill.
En este mundo existen también unos seres llamados
alománticos (¿veis?), capaces de utilizar y quemar el poder de los metales para
conseguir habilidades extraordinarias, como alterar los sentimientos de las
personas o empujar metales. Generalmente solo los nobles tienen acceso a estos
poderes, pero en aquellos casos en los que hay cruces entre éstos y los skaa
suelen dar lugar a alománticos entre las filas de los obreros. Obviamente, el
libro va sobre un grupo de skaa alománticos.
Hay dos personajes principales en la historia. La primera de
ellas es Vin, una chica skaa que se ha criado entre ladrones y que descubre de
la noche a la mañana que es alomántica. No solo eso, sino que además puede
quemar todos los metales (generalmente los alománticos solo pueden quemar un
tipo de metal), lo que la convierte en una alomántica de rareza excepcional: una Nacida de la Bruma ¡chan chan!
El otro personaje principal es Kelsier, otro Nacido de la
Bruma que descubre los poderes de Vin y se decide a entrenarla. Kelsier
es también el líder de la resistencia skaa, que pretende rebelarse contra el
Lord Legislador, derrocar a la nobleza y liberar al pueblo skaa. Por si esto
fuera poco, Kelsier es también el único superviviente que ha logrado salir de
los Pozos de Hathsin, una prisión subterránea que el Lord Legislador utiliza
para conseguir atium, uno de los metales más poderosos.
En este primer libro se nos presenta el universo y la vida
en Luthadel. Junto a Vin, aprendemos qué es la alomancia y cuáles son las
reglas que limitan este sistema mágico, conocemos a los miembros de la
resistencia skaa, la mayoría alománticos, y nos infiltraremos en las fiestas de
la nobleza de la ciudad.
El mayor punto fuerte del libro es su originalidad. El
ambiente que se nos presenta es el de una distopía, pero en lugar de estar
basado en el futuro como suele ocurrir en muchas novelas actuales, toma
elementos del renacimiento y de la época victoriana para mostrarnos un mundo
oscuro lleno de ceniza que cae del cielo, pues Luthandel se encuentra rodeada
de volcanes en constante actividad que no dejan que crezca nada verde en la
tierra.
Esta combinación de lucha de clases y de oscuridad causada
por la ceniza me trae también recuerdos de dos revoluciones: la francesa y la
industrial, por lo que estoy seguro de que Sanderson tomó referencias de alguna
o ambas para dar algo más de carisma a su mundo.
Respecto a los personajes no tengo mucho que decir. Los dos
protagonistas me parecieron que tenían elementos muy típicos, la huérfana con
un gran poder y el héroe que todo lo puede. Sin embargo, en ambos casos puedo
encontrar cualidades que los redimen como personajes y que me ayudaron a
conectar con ellos. A Vin aprendí a quererla por su inocencia, por cómo pasa de
temer a la nobleza a emocionarse por acudir a un baile. En el caso de Kelsier,
su egocentrismo lo pondrá en más de un aprieto, arrancándote más de una sonrisa
cada vez que esto ocurra.
Finalmente decir que la historia que se nos cuenta no es
nueva ni mucho menos: lucha de clases, golpes de estado contra un gobierno
absolutista, poderes ocultos cuyos misterios se van desvelando... todo ello cosas que ya hemos leído o visto. Sin embargo,
Sanderson lo cuenta de una forma que cada giro parezca nuevo y original, aunque
sepamos que tal personaje va a hacer esto o lo otro. Aprovecho también para
decir que, aunque El Imperio Final es el primer libro de una trilogía, el final
de la novela no es para nada inconcluso ni insatisfactorio, aunque sí que deja
algunos hilos para que te entre el gusanillo de querer leer la siguiente: El
Pozo de la Ascensión.
Recomiendo mucho este primer libro, sobre todo si estás
cansado de la típica fantasía de espadas y dragones (¿acaso existe alguien
así?). La belleza oscura de la ciudad de Luthadel te atrapará, dándote unas
dosis de acción y aventura de las que no podrás ni querrás escapar.
me has encantado te he leido con ganas eres diferente
ResponderEliminarMuchas Gracias. Me alegra que te haya gustado ;)
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